El minotauro

Hola, hechicero en potencia. Me alegra mucho tenerte de nuevo en mi blog, y espero que hasta ahora lo estés disfrutando. Recordarás que dentro de este no hablamos solo de los temas de las tramas de fantasía, sino que también ahondamos en puntos importantes de la alquimia, de la magia y, por supuesto, de la trama de mi historia  "El corazón del mago".

El día de hoy vengo a presentarte un personaje que la historia ha explotado a lo largo de los siglos, y que ha sido protagonista de muchas tramas fantásticas, bien sean de libros basados en la mitología griega, o por cualquier otro tipo de literatura y series de televisión. Me refiero, por supuesto, al minotauro

Esta enorme bestia cargada de poder y fuerza ha tenido múltiples orígenes según la historia en que aparece, asimismo se disputan las formas en las que terminó su vida, según las leyendas. Es por ello que para hacer más llevadera esta leyenda tan conocida, te la he traído no solo desde el punto de vista mitológico, sino también desde el punto de vista del Universo del Corazón. No hay mucho más que decir. ¡Vamos allá!

Los orígenes de la bestia

A esta criatura tan poderosa y a la vez tan aberrante para la lógica natural, muchos escritores le atribuyen diversos orígenes dependiendo de la trama que se maneje. En algunos casos es obra de Zeus, transformado en toro, y en otros es obra de Poseidón. No obstante, la forma de nacimiento más aceptada ha sido el nacimiento por medio de Pasífae. 

La leyenda nos cuenta que el rey Minos deseaba ser aclamado cual rey temprano, luego de la triste muerte de Asterión, su padre. Para lograrlo, a pesar de ser hijo de Zeus, prefirió contar con el apoyo de Poseidón para esta empresa. Se dice que el muchacho pidió por días al dios griego que le concediese una señal que hiciera que los pobladores le aclamasen como Rey. El dios de los mares escuchó sus ruegos y de la espuma del mar hizo emerger un toro magnífico, blanco como la nieve y hermoso y misterioso como el mar mismo. Ante esta señal el pueblo quedó maravillado, y Minos prometió sacrificar al toro a Poseidón, pues había sido un obsequio suyo. 

Sin embargo, perdido como estaba ante la magnificencia de la bestia, no fue capaz de sacrificarlo, y lo escondió en sus establos para admirarlo y para que todo aquel que le visitase pudiese ver el magnífico espécimen. Poseidón al enterarse de esto, decidió que el mismo toro sería la perdición de Minos. Conjuró un ardiente deseo en Pasífae, la esposa de este, quien no tardó en quedar cautivada y desear por todos los medios yacer con aquel animal

La concepción

Para poder yacer con el toro, Pasífae pidió la ayuda de Dédalo, un aclamado científico, quien le preparó una armazón de vaca de madera, en la cual la joven debía entrar y colocarse en la posición idónea para todo el proceso. 

Cuando todo esto estuvo hecho, Dédalo la llevó al lugar en que el toro se encontraba, y este, creyendo que era una vaca verdadera, montó sobre ella sobre lo que algunas versiones aseguran que fue toda una noche. 

Varios meses después, Pasífae concibió un hijo de dicha unión, con un cuerpo humano, pero con una cabeza de toro que se convertiría en tormento para Minos, el "padre" de la criatura. 

Aprisionando a la criatura

Conforme pasaba el tiempo, el minotauro crecía a pasos agigantados, y como un calvario mayor para su padre, la bestia solo se alimentaba de carne humana, y su carácter, con  cada víctima, se volvía más agresivo. Los pobladores del reino estaban aterrados por la bestia y dejaron de poner su favor en el rey que la había traído hasta ellos. 

Fue entonces que Minos, sin saber que había sido él quien había ayudado a su esposa a yacer con el toro, pidió a Dédalo que construyese, con todas sus habilidades de ingeniero, una prisión para que aquella criatura aberrante terminara sus días sin molestar a nadie del reino. 

Dédalo construyó un laberinto intrincado, con tantos pasillos y pasajes en el mismo que era virtualmente imposible no perderse en él. Del tamaño de una ciudad en sí mismo, el laberinto era la trampa perfecta, y el minotauro fue encerrado en él inmediatamente, poniendo fin a sus tropelías. 

La llegada de Teseo

Años después del encarcelamiento del minotauro, a la ciudad en que Minos reinaba llegó un extranjero llamado Teseo, hijo de Egeo, quien observó un extraño ritual que se daba cada año en aquel poblado. En este ritual, siete jóvenes varones y siete doncellas eran entregados al laberinto para apaciguar la ira del minotauro, y que este no destruyese las paredes de su prisión, pues esta era una bestia poderosa y agresiva. 

Al ver este ritual, Teseo no pudo soportar tal injusticia, y la leyenda cuenta que se ofreció como uno de los tributos a aquel ser tan temible para luchar contra él y destruirlo para siempre. Cuenta también esta versión de la historia, que la hija de Minos, Ariadna, al ver la valentía de aquel héroe quedó prendada de él, y tomó la decisión de ayudar en su cometido. Solicitó nuevamente a Dédalo que le ayudase, y este le confío el secreto de su prisión: esta estaba diseñada de forma tal que todo aquel que entrase se perdería, pero si llevaba un ovillo de lana y lo ataba a una de las rejillas de la entrada y lo seguía en su camino de regreso, lograría salir ileso. 

Ariadna entregó un ovillo de lana a Teseo y le explicó cómo debía de usarlo, luego le dio su bendición y rezó a los dioses para que aquel héroe volviese sano y salvo. Fue así que Teseo se embarcó en la misión de matar al minotauro, y con eso evitar que más jóvenes fuesen sacrificados a la bestia. 

Muerte del minotauro

Teseo inició su recorrido, y no tardó demasiado en encontrar a la bestia. En algunas versiones se dice que la princesa Ariadna le entregó también una espada para que luchase, mientras que en otras se cuenta que, al igual que los otros tributos, Teseo entró en el laberinto totalmente desarmado. 

Los días pasaron y la bestia comenzó a encontrar a los muchachos que habían entrado con Teseo en el laberinto. Ante los gritos desgarradores y los repugnantes mujidos y gemidos de la bestia, Teseo fue capaz de hallar el lugar en que esta se encontraba. Algunos cadáveres yacían ultrajados a sus pies, y esto dio al héroe la furia que necesitaba para pelear. 

La batalla fue encarnizada, pero al final solo podía prevalecer uno. Teseo terminó con la vida del minotauro, y usando aquel ovillo regresó sano y salvo del laberinto. 


Dentro de El corazón del mago

Este personaje mitológico y poderoso se encuentra también en mi libro "El corazón del mago", aunque su historia es algo distinta. 

En esta es Atenea quien coloca al Minotauro dentro del laberinto luego de las guerras médicas (un acontecimiento bélico que enfrentó a los griegos con los persas durante años). Luego de ver cómo su amada acrópolis era devastada, la diosa convirtió todo el emplazamiento en un portal que, una vez sintiese magia enemiga, se activaría, encerrando a quien estuviese dentro del mismo en una sección del laberinto, junto con la bestia. 

No importaba cuál de los caminos siguieses, tu destino siempre sería encontrar el centro del laberinto, en el cual lo único que hallarías sería un viejo y desvencijado cenador en el que se hallaban vitrales representativos de los dioses. Al entrar en este cenador te encontrarías de pronto en un bosque en el que tu única compañía sería el minotauro; una bestia con una piel tan dura que era virtualmente indiferente ante la magia y tan sanguinaria como un ejercito. El arma final de Atenea que le valió a Grecia la victoria casi un siglo después, al terminar con la vida de gran parte de los hechiceros Persas y Medos. 



Nuestros héroes habrán de enfrentar a la bestia en una gran batalla que estoy seguro disfrutarás leyendo

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